La reputación online es, por definirlo de forma rápida, el prestigio que tiene en Internet una persona, marca o empresa. Una marca puede ser generada a través de publicidad, pero la opinión que los usuarios o consumidores tengan de ella está fuera del control de la misma. En realidad, está fuera de todo control, ya que la reputación online la generan los consumidores con sus opiniones y experiencias relacionadas con la marca, publicadas en redes sociales, foros, portales de Internet (especializados o no)…
La relevancia de la reputación online de una persona, empresa o marca, en ocasiones, no está valorada en su justa medida. Es muy importante entender que la reputación real (la de toda la vida) y la reputación online están cada vez más relacionadas; apenas hay límite entre una y otra, teniendo en cuenta que los medios en los que se propaga la reputación online son mucho más ágiles.
Otro factor que debemos tener en cuenta es la escasa legislación al respecto que proteja a personas y empresas de posibles difamaciones; es un tema demasiado complejo que algunos países intentan controlar mediante campañas de sensibilización social, especialmente destinadas a jóvenes.
¿Quien debe preocuparse por su reputación online?
La respuesta es clara. Nos afecta a todos.
Cada vez es más común que responsables de recursos humanos y empresas de selección de personal busquen información sobre candidatos a un puesto de trabajo en sus perfiles en redes sociales. Se ha convertido en una fase más del proceso de selección que puede hacer que un candidato con mala reputación online sea descartado automáticamente.
¿Qué podemos hacer?
Lo primero que una empresa debe hacer es conocer su reputación online, es decir, monitorizar lo que se dice de ella y sus marcas. No es tarea sencilla pero sí necesaria. Como ya hemos dicho, la reputación online no se controla, así que debemos centrarnos en ser conscientes de la situación y trabajar para mejorarla.
Ese trabajo de mejora puede abordarse de varias formas; la más común es a través de la generación de contenidos de calidad, es decir, seremos nosotros mismos los que hablemos de nuestra marca, evitando dejar el hueco libre para que sean otros quienes lo hagan. Tengamos en cuenta que una de las tácticas que siguen empleando algunas marcas es desprestigiar a la competencia (inmóvil en muchos casos) aprovechando el anonimato que ofrecen las redes sociales y algunos blogs. El riesgo de generar contenidos propios es que al aumentar la atención hacia nuestra marca, puedan aumentar también las reacciones en contra. De ahí la importancia de que tanto esos contenidos generados como el producto o servicio que se promociona sean de calidad.