Quien más y quien menos, todos hemos padecido alguna vez la difusión de cadenas de mensajes. Hace un tiempo (no mucho) se limitaba al envÃo de un correo electrónico, considerado spam en numerosas ocasiones. Pero con la llegada de los smartphones, la mensajerÃa instantánea «gratuita» (WhatsApp, Line…), redes sociales, etcétera la cosa ha cambiado.
Las cadenas más comunes tratan de personas (generalmente niños) que tienen algún problema de salud grave, una enfermedad rara cuyo costoso tratamiento no pueden pagar, algún animal de compañÃa cuya adopción urge para evitar su sacrificio, una extraña desaparición y cosas por el estilo. Otro tipo muy común son aquellas que nos piden enviar un mensaje de tarificación especial para evitar que un servicio gratuito deje de serlo (Facebook, por ejempo), o peticiones de introducción de datos personales en alguna web. Estos últimos casos podrÃan ser delito y ponen en peligro nuestra privacidad.
Debemos ser conscientes de que esas campañas suelen ser falsas, desapareciendo algún tiempo para renacer meses o incluso años después. Pero ¿cómo sabremos si estamos siendo vÃctimas de una cadena falsa o si se trata de una necesidad real?
La solución la tenemos al alcance de nuestras manos: Google. Simplemente con dedicar unos segundos a buscar información en Google podremos comprobar la veracidad del asunto. Introduciendo en la barra de búsqueda los términos exactos que diga la cadena, o algún detalle diferencial (un teléfono, un email, algún nombre) obtendremos los detalles necesarios para no ser vÃctimas de la cadena y, al mismo tiempo, cómplices de su difusión.
Seamos conscientes del daño que podemos causar difundiendo un número de teléfono falso o incorrecto, o una campaña de apoyo a una causa que no existe o que ya no está vigente.
Antes de hacernos eco de una cadena debemos informarnos bien y obrar en consecuencia.
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